Reconociendo que mi Salud Mental no estaba bien

Crecí en un hogar cristiano, viví con pastores, fui líder de jóvenes, predique en frente de una congregación que no conocía, tuve un encuentro con Dios, todo mientras enfrentaba una batalla con mi salud mental tanto espiritual como física. Esto de ninguna manera significa que estuve en pecado, o que deje que espíritus entraran a mi vida por medio de mi depresión y ansiedad. 

Muchos cristianos creen que como creyentes, no debemos luchar contra la salud mental. Que si eres cristiano porque estás lleno con el Espíritu Santo, porque has sido salvo, no deberías luchar con ansiedad, o no deberías de estar deprimido, o no deberías estar agotado; y si luchas con algunas de estas cosas, entonces es tu culpa. En otras palabras, no tienes suficiente fe, o no estás orando lo suficiente, o si estás orando, no lo estas haciendo bien, o, hay algún pecado en tu vida que necesitas deshacerte para que ya no estés ansioso, o deprimido, o agotado.

Lo que yo quiero demostrarte es que tu puedes amar a Jesús y aun así luchar contra la depresión. Puedes estar en la palabra, puedes tener las conversaciones más íntimas con Dios y aun así luchar contra la ansiedad. Puedes asistir a la iglesia genuinamente, sentarte en la primera fila, levantar las manos para adorar, servir en el ministerio y seguir luchando para superar tu trauma.

Cuando vemos en las Escrituras, algunas de las personas que predicamos como héroes, a quienes admiramos, los que son los padres de la fe, con toda su fe, todavía tenían desafíos mentales. 

Personas como Elias, pensemos en este hombre por un momento; se encuentra frente a 800 falsos profetas de Baal, e hizo descender fuego del cielo, y poco después está solo y deprimido, y quiere morir.

David, un hombre conforme al corazón de Dios, que derriba al gigante y dice quién eres tú para venir contra los ejércitos del Dios viviente; y lucha con profunda desesperación, preguntándose si Dios lo ha abandonado.

Jeremías, el profeta de Dios que declara la verdad de Dios, lucha contra la soledad, la inseguridad y maldijo el día en que nació.

Entonces, si te encuentras como tanta gente hoy, luchando con tu salud mental y no sabes qué hacer, el mensaje a veces en la iglesia es: «solo necesitas más de Dios, solo necesitas más de Dios, solo necesitas más de Dios», y estoy aquí para decirte que si necesitas más de Dios, y quizás necesitas dormir más, quizás necesitas mejores amistades, no estás en un grupo de conexión y te preguntas por qué te sientes solo y desconectado. No tienes gente a tu lado orando por ti, ¿cómo crees que vas a mantenerte fuerte contra las fuerzas de la oscuridad cuando no tienes amigos de luz cerca?

Quiero adoptar un enfoque holístico, y no me refiero necesariamente a la medicina holística. Estoy hablando de que todo nuestro cuerpo está conectado, quizás necesitarás una mejor dieta, quizás necesites ir al médico y quizás tengas algunos cambios hormonales, quizás necesites hacer una terapia profunda, o cualquiera que sea el caso; si estás luchando, y tanta gente lo está, no significa que eres un mal cristiano, significa que eres humano.

Mientras vaciaba el contenido de mi estómago en el fregadero de la cocina después de tener una ronda de pensamientos tóxicos (y, a su vez, desencadenar una sobreproducción de ácido en mi estómago), me di cuenta de que necesitaba buscar ayuda profesional, o mis pensamientos venenosos arruinarían mi salud mental y física.

Buscar ayuda profesional no era algo que me saliera de forma natural. Después de todo, obtener ayuda también parecía como si estuviera admitiendo la derrota en mi caminar cristiano. Psicólogos, consejeros y terapeutas eran, en mi mente estrecha, para personas destinadas a la sala de psiquiatría.

Si bien luché un poco para buscar ayuda profesional, me alegré de haberlo hecho y de haber aprendido algunas cosas importantes en el camino que me han llevado a una mejor comprensión de mi propia salud mental.

1. Está bien no estar bien.

Por mucho que me gustaría que mi vida fuera una serie de eventos felices, he aprendido a admitir que a veces la vida no va bien, que me siento triste y que necesito alguien con quien hablar. He aprendido que en nuestros momentos de tristeza, habrá días en los que nos encontramos sentados en nuestra cama, con lágrimas corriendo por nuestras mejillas, preguntándonos cuándo terminará esto. Y eso está completamente bien. Además, experimentar la gama completa de emociones humanas puede ser bueno para el crecimiento personal.

2. Está bien buscar ayuda.

Ir a terapia también me ha demostrado que la vida no se puede hacer solo, y que es importante poder tener a alguien con quien podamos hablar cuando las cosas se ponen difíciles. Esto también lo vemos reflejado en la Biblia, donde el Maestro habla de que dos son mejores que uno porque si uno de ellos cae, tiene otro que lo recoja (Eclesiastés 4:9-10). Para mí, esto llegó en forma de terapia, junto con los hombros de algunos buenos amigos para llorar.

3. Está bien reconocer tus emociones.

Fue a través de la terapia que acepté el hecho de que las lágrimas (y la tristeza) son partes naturales de la vida. Estos sentimientos, aprendí, son lo que nos hace humanos y son respuestas naturales a la gama de emociones que sentimos. Si podemos reírnos cuando nos pasa algo gracioso, por que no podemos llorar si nos pasa algo malo?

Este episodio me ha mostrado que la ayuda de Dios viene en muchas formas, si tan solo estuviera dispuesto a dejar mis prejuicios y estar más abierto a los diferentes apoyos que Él ha puesto a mi disposición. cada interacción que Él ha puesto en mi vida es un recordatorio de un Dios fiel que sostiene mi mano mientras camina conmigo a través y fuera de mi pozo de desesperación.

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